Yo conversaba con Emma como si fuera una contemporánea, aunque ella me adelantaba siempre, puesto que todo lo que hacía estaba en un horizonte radical, en tanto que denunciaba los espejismos de toda elección, la multiplicidad de deseos y de sus formas, “el anhelo de una puerta abierta hacia otras habitaciones, hacia nuevas experiencias”.
María Moreno
Más que “inquieto” el corazón de EB era un verdadero torbellino, una “borrasca consentida”, como dicta uno de sus versos, hecha de una lucidez sin indulgencia –sobre todo, sin autoindulgencia– y de una libertad sin concesiones. Ésa es la materia de su escritura, que ojalá siga perturbándonos, como Emma sin duda quiso.
Guadalupe Maradei