Mi madre falleció en 2015 de fibrosis pulmonar, y hacía mucho tiempo que estaba enferma. Su muerte me impactó mucho, mucho más de lo que nunca hubiera imaginado.
Casi un año después, sentí el impulso de escribir algunos de estos ‘OBIT’ porque sentía que todo a mi alrededor había muerto, cuenta Victoria Chang sobre la génesis de su libro.
Escrito con inteligencia, humor, y muchísima ternura, Obit se construye como una larga serie de obituarios o avisos fúnebres que giran alrededor de la pérdida y se interrogan acerca de su sentido. Cada obituario refleja la infinita red que atraviesa cada vida y se cuestiona sobre lo que sucede con lo que la muerte deja atrás: no solo el hogar, la memoria, el optimismo, el lenguaje o el futuro, sino además mensajes en el contestador, dientes postizos, relojes, autos, consultas médicas. Los poemas de Chang componen un lúcido abordaje de ese fenómeno complejo y cambiante que llamamos duelo, y elaboran una serie de despedidas para todo aquello que deja de existir silenciosamente cuando alguien muere. Así como la memoria es el pitido después de un disparo. Así como intentamos recordar el disparo y no podemos. Así como despierta la memoria después de que alguien muere y empieza a caminar.