Cuando era joven, una adivina me dijo que una anciana que quería morir se había escondido accidentalmente en mi cuerpo. Poco a poco, con el paso del tiempo, y teniendo mucho cuidado en seguir las instrucciones esotéricas, incluidos los baños de lavanda y el ritual de enterrar las llaves en el patio trasero, me liberé de su presencia. Ahora soy una anciana que quiere morir y en mi interior se esconde una joven que se muere por vivir; me dedico a ella.
Si algo define a la escritura de Mary Ruefle es su impresionante y desenfadada capacidad para producir textos de increíble agudeza sobre prácticamente cualquier objeto del mundo, desde el más cotidiano al más trascendente, y de mantener también un delicioso sentido del humor, que no se desvanece ni siquiera cuando escribe sobre la tristeza.
Es de esa sorprendente capacidad de generar sentido de la que se nutre esta colección de ensayos líricos donde se entrelazan memorias, reflexiones sobre el oficio de escribir, los problemas de la decoración navideña o el olvidado arte de la reducción de cabezas.
Un libro donde lo vivido, lo soñado y lo pensado se entremezclan, sin que ninguno domine, porque los tres son parte del mismo tejido. Sencillez y hondura conviven en el texto, en sus distintas maneras de escribir y de avanzar: se dice poco para sugerir más, se dice mucho para llegar más lejos.