Anne Carson vino a Buenos Aires en 2018 para la edición del Filba y su llegada fue como la de una estrella de rock, con la sola diferencia que ella cultiva un perfil elegante y de pocas palabras sobre sí misma o su obra. Las entrevistas que dio fueron ásperas, difíciles. Como si dijera: lo que hay que saber de mí es lo que está en los libros. Por eso también, a pesar de tener un recorrido literario y académico prestigioso, la biografía que planta en la solapa de cualquiera de sus títulos es de una austeridad conmovedora. Sumemos aquí algunos datos: nació en Toronto en 1950, es ensayista, traductora y poeta, se formó en lenguas clásicas y trabajó como profesora en las universidades de Michigan, NYU, Princeton y McGill. Pero nada de eso aparece en la solapa del libro que tenemos entre manos. Ahí dice sólo: Anne Carson nació en Canadá y enseña griego antiguo para ganarse la vida.
Con esta nueva edición de La belleza del marido es posible transportarnos a aquel primer momento: el universo teórico y gramatical de Carson desplazándose como una nube densa hasta nuestro territorio lingüístico. Podemos detenernos ahí, en el impacto de esas páginas, un libro de poesía con una estructura extraña, autoreflexiva y serial. Cada poema comienza con un epígrafe de John Keats, un número y un título largo, de varias líneas, que podría ser un poema en si mismo. Pensar particularmente en el subtítulo del libro “Un ensayo ficticio en 29 tangos”, porque son tantas las contradicciones o paradojas que nos plantea, que es evidente que estamos frente a un objeto complejo, ciertamente enigmático, de un brillo opaco, esmerilado, con muchas entradas posibles. Observar también cómo resuena aquí, donde el tango es la música urbana por excelencia, el sonido de muchas épocas, de todas quizás.