Florencia nos dice en casi cada uno de los poemas: “Puedo desesperarme por tener espectadores alrededor y que ni uno solo de ellos perciba cómo me pierdo, me desarmo (sin armas). Y aún así, estoy intentando aprender de esto: cuando quiero mostrarme fuerte, cuando me quiero sentir fuerte, cuando me siento fuerte. Pero si no desconfiás de mi eterna entereza, si no le prestás atención a mis heridas, entonces, qué?”
Florencia Guarco, su voz poética, sus poemas cada uno y todos reunidos en Alunada son la defensa de la incertidumbre, un llamado a abrazar la transición, apostar a los procesos internos y casi eternos. Porque el miedo parece mostrarse como la distancia hacia lo otro pero casi siempre es lo que nos separa de nosotros mismos. Y tendremos que saltar sin ver. Del otro lado de los poemas, del otro lado del abismo que saltamos en la lectura, la voz poética se apropia del riesgo, crea su nuevo lenguaaje: decide seguir adelante ya sea con la persistencia de su pasado o asumiéndose como esa extranjera que se siente y que ahora se habita por completo.
Ahora sí, la marea baja y vuelve a subir. Arriesgo a adivinarte y regalarte posibles deseos míos, muy posibles palabras tuyas a la vez, amiga: “Distinta/pero siempre yo/de ahora en más/aunque solo prefieras/llamarme Alunada.”