Eliana Madera no solo escribe una novela: la funda y la habita.
De la mano de una primera persona inteligente, irónica por momentos y siempre humana, nos adentramos en un recorrido hacia el pasado. Pero, atención, se trata de un pasado que siempre, en cada ocasión, tiene resonancias de construcción presente .
La novela encanta del verbo ‘encantar’. Nos mete en un mundo alucinante y sencillo a un tiempo. La prosa es exquisita, las atmósferas son conmovedoras. Resistentes a cualquier clase de encasillamiento, estos personajes nos iluminan. Nos oscurecen, nos iluminan. Nos consuelan. Nos iluminan otra vez.
LILIANA BODOC.